¿Pablo de Tarso, realmente te caíste de un caballo?

Saulo de Tarso, también llamado el apóstol Pablo, tras haberse destacado en su juventud como acérrimo perseguidor de los creyentes en el Mesías Jesús, a quienes consideraba como una secta herética del judaísmo; perseguía y consentía la muerte de estos, asolando la creciente iglesia mesiánica de su tiempo. Shaul (como su nombre hebreo se traduce) era inflexible y hostigante ante aquellos que eran llamados cristianos y “respirando aun amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara, hombres o mujeres”. (Hechos 9:1-2)

Los jefes de los sacerdotes de Israel le confiaron la misión de buscar y hacer detener a los partidarios de Jesús en Damasco. Pero de camino a esta ciudad, Saulo fue objeto de un hecho inesperado, de una manifestación prodigiosa del poder de Dios y deslumbrado por una misteriosa luz, cae a tierra; según el relato de los Hechos de los Apóstoles.

 ¿Pero desde donde cae Pablo en tierra?

Hemos escuchado un sinfín de veces que Pablo “cayó de un caballo” camino a Damasco. Pero en realidad en ninguno de los tres relatos de la conversión de Pablo, descritos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, (capítulos 9:1-9; 22:6-11 y 26:12-18), se encuentra ningún rastro de tal equino, ni se cita alguna expresión que nos pueda hacer pensar que Saulo iba a caballo. Al contrario por algunos detalles de la época, pudiéramos inclinarnos a pensar que en realidad iba a pie.

Muchos pudieran decir que, viajando de Jerusalén a Damasco (250 km, 7 jornadas), lo lógico es que no fuese a pie. Pero tampoco hay ningún comentario en referencia a este hecho en alguna de las 14 cartas apostólicas atribuidas a este apóstol.

En relación a la palabra “caída” es importante señalar cómo, muchas veces, deformamos lo que dice la Escritura; pues tradicionalmente se hace referencia a este hecho de la vida de Pablo, como “Pablo y la caída del caballo”. De esta manera se ha representado habitualmente hasta en el arte.

Para corroborar lo que dice la Palabra, leamos el primer relato de la conversión de Pablo cuya narración está en tercera persona, en  Hechos 9:3-5a.

“Más yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo;  y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues;…”

Continuando con el segundo relato, en Hechos 22:6-8, del momento que Pablo tiene un encuentro con el Señor camino a Damasco. Veamos que dice el propio Pablo ya hablando en primera persona ante el pueblo en la ciudad de Jerusalén que está tratando de matarlo:

“Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo; y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.”

En este segundo relato, Lucas el escritor de Hechos, nos añade: “Como a mediodía”. En el primer relato hay menos detalles.

En Hechos 26:12-15 continuamos con nuestra verificación a la narración de la conversión de Pablo, y llegamos al tercer relato descriptivo de Pablo, en primera persona, ante el rey Agripa en Cesarea; tras haber apelado ante el Cesar:

 “Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión de los principales sacerdotes, cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues”. 

Este tercer relato ofrece detalles más concretos de la conversión de Pablo.

En los tres textos, podemos ver que Pablo iba de viaje dirigido hacia la ciudad de Damasco. Las palabras: yendo yo o iba yo, en griego es: πορεύομαι Poreuomai (Strong# 4198)  se refiere al camino hecho a pie.

Un detalle adicional que podemos ver en este tercer relato es que solo en el, afirma Pablo que El Señor Jesús le habló en hebreo.

Conclusión:

Después de todo lo antes expuesto, sometido a la luz de la Palabra de Dios y con un exhaustivo estudio de estos versos en el griego. Podemos concluir, que de lo único que nos hemos caído con este artículo, es del error que hemos asumido por tantos años, escuchando y hasta “leyendo” que nuestro estimado apóstol Pablo, enviado a los gentiles (no judíos), se había caído de un caballo que no aparece en las Escrituras.

IMG_5589                      Photo by Audra Glyn

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